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Somos lo que elegimos ser

Entrevista con María Elena Díaz, ex-alumna del Instituto


El equipo de la revista PSYCHE y toda la familia IMP te da la bienvenida a este nuevo espacio de "Historias de Éxito", donde deseamos encuentres inspiración, motivación y crecimiento en consciencia para el camino que te encuentres recorriendo actualmente. ¡Disfrútalo! El viernes 11 de diciembre del año en curso, tuve el gusto de reunirme con María Elena Díaz, graduada de la Licenciatura en Psicología Clínica del Instituto Mexicano de la Pareja; quien me saludó muy contenta de poder participar y colaborar compartiendo parte de su esencia para un lugar (el Instituto) con el que se siente muy agradecida.


Los seres humanos solemos cuestionarnos quiénes somos. Al preguntarle a María Elena, quién es y qué considera es su esencia, me responde después de unos segundos de reflexión: "Soy una mujer capaz, llena de proyectos, emprendedora y consciente de mi dualidad; con un gran corazón y madurez para enfrentar los retos que día a día se me presentan”. Así es como se describe a sí misma, sin cuestionamientos, sintiéndose satisfecha de ser quien es al día de hoy.


Desde que estaba pequeña se interesaba en temas relacionados a la interacción con el ser humano. Nos comparte que siempre le ha gustado escuchar a los demás y aprender de ellos porque sabe que a través de las historias que se comparten, nos permite expandir nuestros horizontes y desarrollar una visión más amplia. María Elena disfruta de comer chocolate, tomar café, salir con amigos, cantar, bailar y oler las flores. Y aunque parezca muy simple, expresa que para ella, en los detalles sencillos de la vida se encuentra toda la profundidad. Lo explica con el ejemplo de una rosa. Si la observamos podemos ver su color y al mismo tiempo sus espinas, entonces podemos percibir la dualidad de ambas situaciones, “en la vida cotidiana no necesitas tanta profundidad para ver las cosas que realmente tienen valor en esta vida”, aseveró con tranquilidad. Antes de iniciar sus estudios formativos había realizado diplomados en logoterapia y tanatología. Cuando una amiga muy cercana le platicó acerca del instituto inmediatamente la atrapó su visión particular, la cual la llevó a ver y entender que podía aplicar la psicología de manera integral. A medida que conversábamos me compartía puntualmente el impacto a nivel personal que había tenido su recorrido por la licenciatura. Vibraba transmitiendo su júbilo y transformación al mismo tiempo que agradecía por haber dado ese paso en su historia personal. María Elena es una persona con una discapacidad física, sin embargo, para ella esto no representó una barrera para trascender y crecer.


“¿En algún momento pensaste en limitaciones?”, le pregunté. En un espacio entrañable y con la sinceridad que la caracteriza me respondió: “El primer mes fue muy complicado y pensé, ‘quizá esto no es para mí’”. Esta situación la confrontó, la llevó a crecer y fue donde todo comenzó a ser diferente. Esta oportunidad representó un reto para demostrarse a ella misma y a los demás que estaba lista para el instituto y que el instituto estaba listo para ella. Su primer mes cursando la carrera fue confrontante, pero enriquecedor. Paso a paso fue involucrándose más con sus compañeros y maestros. Conforme iba avanzando comenzó a notar cambios en su vida personal que la llevaron a convertirse en la mujer segura y fuerte que es hoy, afirmando que gran parte de las herramientas que posee en el presente son gracias a su experiencia como alumna en este lugar. El Instituto Mexicano de la Pareja se ha convertido en una incubadora de metamorfosis para quien camina por sus pasillos, “pude descubrirme a mí misma y ver que soy capaz de lograr muchas cosas que no me daba cuenta, pude ver cómo me iba transformando y aprendiendo. Por eso quién esté leyendo esto y sienta el llamado para transformarse, ¡que ingrese al instituto!”, se ríe. Uno de sus cambios más notorios fue el quitarse la timidez para hablar en público. Esto se lo debe en gran parte al apoyo de una de sus maestras, Susana Mondragón q.e.p.d., quien fue la primera persona que le dio la oportunidad de acompañarla a dar una conferencia y después de esa experiencia logró hacerlo sin problemas. María Elena nos comparte las palabras que le quiere dar a la familia del IMP: “Solamente gracias, y que los quiero. Quiero a todos los que voluntaria o involuntariamente forman parte del instituto. Y saben que se los digo de corazón. A mis maestros y compañeros, los quiero mucho”. Le queda muy claro –sin caer en pretensiones– que ella abrió brecha para muchas cosas positivas que seguramente han seguido ocurriendo después de su tiempo como estudiante y reafirma su gratitud con el instituto por haberle abierto no solamente sus puertas si no también su corazón.


Nos comparte que actualmente su desarrollo profesional es muy enriquecedor, ya que le permite seguir creciendo y evolucionando como ser humano con la base que le ha dado el estudio dentro y fuera del instituto. Su práctica presente se centra en impartir asesorías psicológicas y tanatológicas, así como algunas clases y conferencias, siempre en la búsqueda de crear nuevas oportunidades para ella y para todos. Después de nuestra amena y conmovedora charla, concluimos nuestro encuentro virtual agradecidos por el privilegio y el honor de poder compartir este espacio. Recordándonos, desde la percepción de nuestra invitada, que "los límites los ponemos nosotros mismos, no importa si tienes una discapacidad visible o no, en ti habita la decisión de qué hacer con ellas, si quieres seguir creciendo o quedarte estancado, finalmente si estamos en este mundo es por y para algo”. Nos despedimos con el eco de una de las consignas de Jung, que hizo resonar en nuestro interior durante la entrevista: “No soy lo que me ha pasado, soy lo que decido ser”. ¿Y tú? ¿Hoy qué decides ser?




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