"Todo tiene un límite. Todos los tenemos y dentro de ellos está la correcta convivencia y el equilibrio de nuestra felicidad" .
-Valeria Sabater
Los límites son líneas reales o imaginarias que marcan el fin o la separación entre dos entidades, superficies o cuerpos. Un límite puede definirse como “una frontera física, emocional o psicológica que las personas establecemos a partir de nuestras propias experiencias y necesidades” .En este artículo, hablaremos de dos tipos de límites: los límites físicos y los emocionales. Los límites físicos son ciertamente más fáciles de distinguir y marcar que los límites emocionales, ya que a menudo, los límites emocionales implican un conjunto de valores más profundos. Sin embargo para vivir una vida plena es preciso conocer ambos, y saber donde comenzamos nosotros y donde comienza el otro.
Para marcar límites de cualquier índole, es importante conocerlos y expresarlos. A menudo lo que puede llegar a dificultar esta acción puede ser una baja autoestima, donde la codependencia cobra vida para petrificarnos y ponernos a merced y voluntad de otros, o en el caso contrario siendo nosotros los controladores adueñándonos de los deseos, creencias y voluntades de los demás, convirtiéndonos en víctimas o victimarios.
Los puntos básicos para respetar nuestros propios límites son:
-Aprender a decir ‘no’ cuando no queremos y ‘sí’ cuando lo deseamos y lo necesitamos
- Aprender a decir ‘hasta aquí’
- No hacer lo que los demás quieren para evitar conflictos, si esto pone en riesgo tu paz y estabilidad mental
- Aprender a decidir por nosotros mismos sin tener miedo al resultado
- No permitir que invadan nuestra propia intimidad
- No dar por hecho que cualquiera puede opinar, manipular y exigir sobre nuestro espacio personal
- Aprender a distinguir lo que sí queremos hacer y lo que no queremos hacer
- Aprender a comunicar cuando alguien nos haga sentir incómodo, o nos falte al respeto sin importar el “poder” que le hayamos otorgado voluntaria o involuntariamente (ejemplo: jefes, profesores, tutores, padres)
-Aprender a decir ‘no quiero’ aunque esto represente cierto dolor al otro. Muchas veces “sobredimensionamos” y el resultado resulta no ser tan catastrófico. Hacerlo con las personas que más queremos puede implicar la mayor problemática, pero es el resultado más importante para nuestro crecimiento
- No confundirnos con frases como “lo hago por tu bien” , el cariño nos descoloca
- Tener un espacio propio, una parcela privada sana en donde nos autogestionamos
Aún con la problemática que puede representar realizar uno o varios de los puntos mencionados, es importante trabajarlos para nuestro crecimiento y desarrollo, y así dirigirnos a un lugar donde tengamos más paz interna. Los límites son importantes para convivir en cualquier relación y como sociedad. La familia es uno de los contextos donde más pesa aprender a marcar límites ya que constituye el primer grupo social al que pertenecemos y en el que aprendemos a convivir. El establecimiento de normas y límites en el contexto familiar supone uno de los factores de protección más significativos para reducir la probabilidad de aparición de conductas de riesgo, tanto en la infancia como en la adolescencia. Éstas tienen que ser claras, pertinentes y razonables.
Una relación, ya sea familiar, de pareja, una amistad, o una relación laboral, no puede ser saludable y realmente funcional si no tiene límites establecidos que sean claros y respetados. Por eso, es preciso aprender qué límites debemos marcar para nuestra propia paz.
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